sábado, 20 de junio de 2015

EL DAÑO QUE HACE UNA MOTO IMPUNEMENTE RUIDOSA VA MÁS ALLÁ DEL DERIVADO DE LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA.

Una moto que circula con el tubo de escape trucado altera negativamente la vida de cientos de personas a cada minuto, y ello de forma permanente. Interfiere en la labor de profesores y alumnos en las escuelas, y en el trabajo intelectual de profesionales en sus despachos. Altera a enfermos que convalecen en hospitales, siendo esa alteración muy dañina en ciertas enfermedades. Despierta a bebés, que romperán a llorar alterando la actividad de sus madres. Molesta y enfada a muchas personas que a partir de ese momento destilarán una mayor dosis de agresividad y malhumor cuyas consecuencias pagarán familiares o amigos. Causa dolor de cabeza que impedirá el normal desarrollo de la vida. Impide el sueño y el descanso nocturno.  Etc. Esa negativa influencia, ejercida día tras día, de forma crónica, en miles de personas, a cualquier hora del día o de la noche, perjudicará gravemente su calidad de vida y su salud a medio y largo plazo.

 Pero existe incluso una influencia más sutil. El hecho de que ese abuso por parte del motero ruidoso quede sistemáticamente sin castigo transmite un mensaje a la sociedad. El mensaje de que debe soportar esa tortura como sacrificio a no se sabe qué "dioses sagrados" representados simbólicamente por el ruido de la moto. El motero ve "inflado" su ego en la medida en que ocupa más espacio físico que los demás, pues su "magna presencia" alcanza hasta donde se le oye. Ello promociona la supremacía individualista de quienes están en condiciones de imponer algo por la fuerza, de ejercer impunemente su agresividad,  de los que vulneran las normas impunemente y por tanto están por encima de ellas. Socavando por tanto los valores asociados a la cooperación social, al  respeto a la ley y a los demás. Ese mensaje es especialmente tóxico en los niños y menores de edad que todavía están forjándose una visión del mundo y de sus valores.
 Las autoridades tienen que empezar a ser implacables con esos moteros ruidosos, pues el daño que causan a la sociedad es mucho mayor del que parece a simple vista. Además de mejorar en salud y calidad de vida, descenderá la agresividad y la conflictividad de la sociedad.