miércoles, 22 de julio de 2015

INFLUENCIA NEGATIVA DE LAS TERRAZAS EN EL POSICIONAMIENTO COMERCIAL DE OTRO TIPO DE NEGOCIOS.

Propóngale a un amigo el siguiente juego. Usted le dice el nombre de una calle de su ciudad, y él debe recordar el máximo número de negocios ubicados en esa calle. Sus nombres comerciales, y el tipo de producto o servicio que comercializan.
 Comprobará que nombra sin dificultad los bares que tengan terrazas en la vía pública. Está muy visibilizada su presencia y su actividad,  y por eso las recuerda incluso sin haber sido su cliente. Tendrá que esforzarse para nombrar alguno de los otros establecimientos, y es probable que muchos le hayan pasado totalmente desapercibidos. Tanto más desapercibidos cuanto más cerca estén de las terrazas hosteleras. Salvo en los casos de establecimientos históricos establecidos antes que ellas, o de los cuales haya sido cliente repetidamente.
 La mente humana funciona simplificando la percepción del entorno, según lo que los teóricos del marketing llaman "posicionamiento". Si a un determinado lugar se le asocia la presencia de una terraza, la mente simplifica ignorando el resto del entorno.
 Cuando una persona necesita un determinado producto o servicio recorre mentalmente la ciudad tratando de recordar los lugares en que puede encontrarlo. Salvo en los casos de compra de fuerte implicación económica, que requieren de una prolongada reflexión, lo normal es que se decida por aquel que viene con más facilidad a su memoria y no se encuentre demasiado lejos.
 Un negocio es tanto más viable y rentable cuando más haya conquistado posiciones dominantes en la memoria de los consumidores.
 Las terrazas hosteleras no sólo debilitan la visibilidad sensorial de los negocios próximos. Debilitan también su "visibilidad mental", al destacarse desproporcionadamente en relación al resto de elementos del entorno. Crean además un ambiente lúdico específico  (visual, acústico...)  que puede ser incluso incompatible con el ambiente óptimo para el desarrollo de otro tipo de negocios. Todo eso los perjudica comercialmente.
 Cuando un ayuntamiento privilegia la ocupación de espacio público por parte del sector hostelero está perjudicando a muchos negocios próximos por estas y otras variadas razones. Además de atacar, como es sabido, la dignidad y la habitabilidad de las viviendas próximas. Esa forma de intervencionismo tiene consecuencias económicas que retroalimentan además una sesgada visión de la ciudad menos favorable al desarrollo de otras actividades productivas.

jueves, 9 de julio de 2015

EL CÍRCULO VICIOSO DEL RUIDO.

Son muchas las maneras en que el ruido genera más ruido. El ejemplo típico suele ser que si hablamos a un volumen más alto del necesario en un lugar público, invadiendo el espacio de otros, les obligamos a su vez a elevar su tono de voz, con lo cual perturban a su vez a otros, etc.
  Pero las situaciones en que sucede algo similar son muchas y basta con prestar atención a nuestro entorno para darse cuenta de su amplia variedad.
 Supongamos, por ejemplo, que un bar situado en la planta baja de un edificio está mal insonorizado y su propietario no respeta el horario de cierre nocturno. Molesta, en principio, a los habitantes del primer piso, situados en su proximidad inmediata. Esos vecinos, al no poder dormir, probablemente decidan aprovechar el tiempo de vigilia forzosa desarrollando alguna actividad en su propia casa. Pero con ello generan  ruido que molesta a los vecinos del segundo piso. El proceso se repite entonces indefinidamente, con los del tercer piso y con el resto de los vecinos.

sábado, 20 de junio de 2015

EL DAÑO QUE HACE UNA MOTO IMPUNEMENTE RUIDOSA VA MÁS ALLÁ DEL DERIVADO DE LA CONTAMINACIÓN ACÚSTICA.

Una moto que circula con el tubo de escape trucado altera negativamente la vida de cientos de personas a cada minuto, y ello de forma permanente. Interfiere en la labor de profesores y alumnos en las escuelas, y en el trabajo intelectual de profesionales en sus despachos. Altera a enfermos que convalecen en hospitales, siendo esa alteración muy dañina en ciertas enfermedades. Despierta a bebés, que romperán a llorar alterando la actividad de sus madres. Molesta y enfada a muchas personas que a partir de ese momento destilarán una mayor dosis de agresividad y malhumor cuyas consecuencias pagarán familiares o amigos. Causa dolor de cabeza que impedirá el normal desarrollo de la vida. Impide el sueño y el descanso nocturno.  Etc. Esa negativa influencia, ejercida día tras día, de forma crónica, en miles de personas, a cualquier hora del día o de la noche, perjudicará gravemente su calidad de vida y su salud a medio y largo plazo.

 Pero existe incluso una influencia más sutil. El hecho de que ese abuso por parte del motero ruidoso quede sistemáticamente sin castigo transmite un mensaje a la sociedad. El mensaje de que debe soportar esa tortura como sacrificio a no se sabe qué "dioses sagrados" representados simbólicamente por el ruido de la moto. El motero ve "inflado" su ego en la medida en que ocupa más espacio físico que los demás, pues su "magna presencia" alcanza hasta donde se le oye. Ello promociona la supremacía individualista de quienes están en condiciones de imponer algo por la fuerza, de ejercer impunemente su agresividad,  de los que vulneran las normas impunemente y por tanto están por encima de ellas. Socavando por tanto los valores asociados a la cooperación social, al  respeto a la ley y a los demás. Ese mensaje es especialmente tóxico en los niños y menores de edad que todavía están forjándose una visión del mundo y de sus valores.
 Las autoridades tienen que empezar a ser implacables con esos moteros ruidosos, pues el daño que causan a la sociedad es mucho mayor del que parece a simple vista. Además de mejorar en salud y calidad de vida, descenderá la agresividad y la conflictividad de la sociedad.

lunes, 20 de abril de 2015

LA "CREACIÓN DE EMPLEO" EN EL SECTOR NO ES ARGUMENTO PARA QUE LA SOCIEDAD TENGA QUE SER DISEÑADA A MEDIDA DE LOS INTERESES DE LA HOSTELERÍA RUIDOSA.

 Imaginemos una sociedad en la que se viese como normal que las calles y carreteras estuviesen llenas de enormes baches. Imaginemos que se inicia un movimiento social que demanda un asfaltado y un mantenimiento de calidad. Imaginemos que ciertos sectores ponen el grito en el cielo, argumentando que las chapisterías y los negocios de amortiguadores "mueven" la economía y generan mucho empleo.
 Obviamente se les diría que la sociedad tiene que ser diseñada en aras del Bien Común y no a medida de los intereses de ningún sector comercial concreto. Seguiría existiendo el sector de los talleres de reparación, lógicamente, pero dimensionado a su tamaño justo.
  La sociedad española actual parece diseñada a medida de los intereses de la hostelería. El ruido que genera el sector pisotea múltiples derechos fundamentales de las personas y la visibilización privilegiada del consumo de sus productos en espacio público institucionaliza ese consumo como si en vez de ser opcional fuese necesario y universal. Esa forma permanente y ubicua de publicidad del sector perjudica el desarrollo de otros sectores económicos,  e impide el desarrollo social, que necesita de sosiego, reflexión y visión a largo plazo, al convertir el mundo en un enorme bar en el que sólo cabe el ruidoso bullicio, la diversión alienante del alcohol y la satisfacción de apetencias básicas e inmediatas..

miércoles, 15 de abril de 2015

TAPONES O AURICULARES: SÍMBOLO DE LA DIFERENTE VALORACIÓN SOCIAL DEL RUIDO O DEL SILENCIO.

Una persona se coloca auriculares para oír música a cierto volumen mientras pasea por las aceras de la ciudad. No escucha muchos de los sonidos del entorno y debe tener cuidado al cruzar la calle pues no oye bien el ruido de los vehículos. Tampoco oye la llamada de un amigo, que debe tocarle en el brazo para que note su presencia. El paseante se quita los auriculares y le pide disculpas a ese amigo por no haberse percatado de su llamada por llevar auriculares. El amigo lo entiende perfectamente, e incluso lo aprueba. Escuchar música, sea de la clase que sea, está muy bien visto, aunque sea por la calle.

Una persona se coloca tapones en los oídos para no soportar tanto ruido urbano mientras pasea por las aceras de la ciudad. No escucha muchos de los sonidos del entorno y debe tener cuidado al cruzar la calle pues no oye bien  el ruido de los vehículos. Tampoco oye la llamada de un amigo, que debe tocarle el brazo para que note su presencia. El paseante se quita los tapones y le pide disculpas a ese amigo por no haberse percatado de su llamada por llevar tapones. El amigo hace una mueca y le dice que siempre fue una persona con manías  raras. Preferir el silencio al ruidoso bullicio lo hace a uno inmediatamente sospechoso de algo. Aunque sea ruido sin sentido. Y aunque el silencio pueda ser interpretado como una clase especialmente bella de música. O, si se prefiere, el silencio permite escuchar mejor nuestros propios pensamientos.

 Aunque ambas acciones, colocar auriculares o colocar tapones, producen un efecto similar, aislarse del del entorno, la primera parece "normal" y la segunda "rara". Quizás porque la primera conducta implica un consumo de productos comerciales  y gasto de dinero. La segunda lleva a un mayor grado de conocimiento de uno mismo y de reflexión interna, lo cual ciertamente está mucho peor visto socialmente y hasta parece peligroso.

jueves, 9 de abril de 2015

¿TIENEN NUESTROS POLÍTICOS LA OCULTA INTENCIÓN DE CONVERTIR LOS CASCOS ANTIGUOS DE NUESTRAS CIUDADES EN GHETTOS PARA SORDOS?

 Cada bar o  "pub" ruidoso es una especie de foco radiactivo que elimina la vida digna a su alrededor. No puede vivirse dignamente en su entorno y cada uno de esos locales  suele ser una célula cancerígena que devora las células sanas de su entorno y sólo genera nuevas células malignas como ella.  Los cascos históricos de muchas ciudades han sido atacados por ese cáncer. Sólo puede vivir (mejor dicho sobrevivir)  en esas condiciones una clase concreta de seres humanos: los sordos. Quizás nuestros gobernantes tienen el plan oculto de convertir las partes históricas de cada ciudad en un guetto para sordos.

lunes, 23 de marzo de 2015

AMBIENTE ACÚSTICO DE TERRAZAS EN ESPACIO PÚBLICO E INVADIENDO DOMICILIOS PRIVADOS ATENTA CONTRA DERECHOS DE MENORES.

Estos políticos tolerantes con las terrazas en espacio público anteponen los intereses comerciales de los "baretos" a derechos ciudadanos básicos como son el derecho al descanso y por tanto a la salud,a la dignidad e intimidad del domicilio, a los servicios de emergencia, al uso digno del espacio público, etc.etc. Hay ya abundantes sentencias en ese sentido de diferentes tribunales contra los ayuntamientos. Es indignante que se pisoteen esos derechos "actuales" , pero también otros "potenciales" como el derecho a un futuro digno para quienes son hoy menores de edad. Deberíamos ser conscientes de la estrecha e interesada visión del mundo que se les inculca de esa manera a los niños , y las consecuencias que ello tendrá para el futuro de la sociedad. El mundo que percibe el menor es un enorme bar, invadido acústicamente por sus alienantes contenidos sonoros (al margen del control de sus padres), sin espacios para jugar ni para imaginar otras formas de ocio que no sean el consumo de alcohol y de fútbol. El bar metiéndose en sus domicilios y creando en ellos un ambiente crónico incompatible con el estudio, la lectura, la reflexión. Fomentando a medio o largo plazo el fracaso escolar y por tanto el fracaso vital de una generación. Estos políticos no piensan en el futuro, sólo benefician los intereses inmediatos de un sector concreto . Me recuerda a los países del Tercer Mundo en los que se permite que los niños trabajen en fábricas en vez de ir a la escuela, porque ello supone ayuda económica inmediata para las familias y beneficios inmediatos para esas empresas. Estropean así el futuro de esos países y les impide desarrollarse. Nosotros no somos mejores: de poco vale que los niños vayan a la escuela si los valores que en ella pretenden inculcarse son barridos instantáneamente de su cabeza al percibir , a través de alta carga simbólica del espacio público, que el mundo sólo es un enorme bar.

martes, 17 de marzo de 2015

¿SE ACEPTARÍA QUE UNOS ENORMES ALTAVOCES ORBITASEN LA TIERRA COMO SATÉLITES ARTIFICIALES, AMBIENTADO CON SU RUIDO MUSICAL TODO EL PLANETA?

Imaginemos que se ponen en órbita  unos enorme altavoces emitiendo "música ambiental" que invadiese todo el planeta y nos viésemos obligados a soportar ese producto comercial sonoro a todas horas. También podemos imaginar que emitiesen publicidad o consignas políticas, y que fuese imposible vivir sin escuchar esos contenidos de forma activa o pasiva. Obviamente eso terminaría por "formatear" los cerebros de una determinada manera, al inducir en ellos una forzosa y permanente alteración en la percepción de la realidad. Se negaría a las personas el derecho al sosiego, al descanso físico y mental y a "ver el mundo tal como es", entre muchos otros derechos.
 Pues bien , esa situación ya se da en la práctica. Esa alienación intolerable y totalitaria ya la sufrimos. Si existe un "altavoz ambiental" en cada rincón habitable del planeta , y nos vemos obligados a "tragarlo", el efecto es exactamente el mismo que si estuviese emitiendo desde una órbita estacionaria.

viernes, 13 de marzo de 2015

SOMETER A UN EDIFICIO AL RUIDO Y LAS VIBRACIONES DE UN "PUB" DAÑA A LARGO PLAZO SU ESTRUCTURA ARQUITECTÓNICA

 Un tema del que apenas se habla es del daño que puede causar a los edificios el ser sometidos de forma continua a las intensas vibraciones provocadas por los característicos sonidos rítmicos graves de los "pubs" ruidosos que comparten su estructura. Los ingenieros saben que una vibración continua ,incluso aunque no sea intensa, puede causar daños en las construcciones arquitectónicas. A los conocidos efectos negativos en la salud y el bienestar de los vecinos (lo que también incide en el valor inmobiliario de su vivienda), habría que añadir los efectos físicos sobre la propia  vivienda. El "pub" estaría provocando "daño en las cosas" ajenas,  además de en las personas. Son necesarios cuanto antes estudios serios al respecto, para incorporar  esos daños  a la responsabilidad legal del ruidoso.

jueves, 12 de marzo de 2015

"MOLESTAR" A LA POLICÍA CUANDO NOS MOLESTE EL RUIDOSO

Cada vez que nos moleste una moto excesivamente ruidosa, deberíamos, como mínimo, "molestar" a la Policía Local, o a la Guardia Civil, informando de matrícula, lugar, hora, etc. Una "molestia" debería llevar a la otra. Hay gente que soporta absurdamente la molestia del incívico por no "molestar" a la Policía y se "traga" la molestia.  La Policía y la Guardia Civil están para que les "molestemos" por eso, entre otras cosas. No son unos "pobrecitos" que no pueden ser molestados y por tanto debamos tragarnos nosotros las molestias para que ellos no "sufran". "Pobrecitos". Pues no. Tenemos derecho a "molestarlos".  Son los incívicos los que no tienen derecho a molestarnos a nosotros. Si "molestamos" a la Policía o a la Guardia Civil cada vez que nos molestan, empezarán a tomar cartas en el asunto para no ser "molestados" y molestarán, por fin , a los infractores, con multas "molestas". 
 La reflexión es válida para ruidosos en general.
  La Policia y la Guardia Civil tienen oficinas de atención al ciudadano que deberíamos saturar con nuestras "molestias".

RUIDO ILEGAL DE MOTOS: PROPAGANDA DE UNA VISIÓN DEL MUNDO QUE NO HAY POR QUÉ COMPARTIR.

 El ruido ilegal de motos supone una tortura absurda y gratuita para miles de personas que deben soportarlo, en muchos casos de forma continua, tal y como se comenta en posts anteriores. Es además una propaganda a alto volumen y en espacio público, a través de códigos simbólicos, de una concreta visión del mundo y de los hábitos de consumo de un sector concreto de la población. Visión del mundo favorable a unos segmentos económicos determinados, que no tiene por qué ser compartida,  y que además puede perjudicar a otros sectores económicos cuyos productos o servicios están orientados a personas con otras visiones del mundo. La dejación de obligaciones por parte de las autoridades es una forma intolerable de intervencionismo. No queremos creer que la explicación de esa tolerancia con el infractor esté en que las autoridades compartan los valores de un motero incívico.

miércoles, 11 de marzo de 2015

EL "AMBIENTE DE BAR" EN ESPACIO PÚBLICO DESTRUYE RIQUEZA.

El ruidoso ambiente de los bares en espacio público fomenta el incivismo y hábitos de consumo no saludables (especialmente en menores), devalúa las propiedades inmobiliarias de su entorno, afecta a la imagen de seriedad de escuelas,  clínicas , despachos de profesionales liberales etc. así como  a la imagen comercial de otro tipo de negocios, además de a la salud y a la calidad de vida de los vecinos.
 El ambiente de bar que se quede estrictamente dentro de los bares.

martes, 10 de marzo de 2015

EL RUIDO MUSICAL AMBIENTAL PISOTEA SU DERECHO A SABER LO QUE QUIERE.

 Si usted va, por ejemplo,  a una panadería, es porque necesita pan y sabe que lo necesita. Pero es muy probable que le obliguen a soportar ruido musical mientras lo compra. La música no guarda ninguna relación con el pan, pero se le somete al CHANTAJE de tener que  consumirla, al margen de su voluntad, para poder comprar el pan que sí ha decidido comprar. Igual de arbitrario podría ser que le obligasen a leer una poesía, o a bailar, para poder comprar el pan. Leer  o bailar también son cosas buenas, pero no pueden ser obligatorias y no deben establecerse como "peajes" para poder comprar otra cosa. Usted no tiene por qué salir de una panadería con la ración de pan que iba a buscar y, además una ración adicional de música que no iba a buscar. Si quisiera música se habría quedado en su casa, donde la tiene a su gusto, o la llevaría en sus auriculares. Esa música que le obligan a consumir ha tenido que pagarla  también de forma indirecta (la tienda paga derechos de autor). O sea, se le ha sometido al chantaje de tener que consumir (y pagar) lo que no quería necesariamente para poder adquirir lo que sí  necesitaba. Podría pedir a la cajera que le descontasen la parte de la música que le están cobrando, pues no la había pedido.  Al menos como acto simbólico de protesta. Suelen decirle que "la música le gusta a todo el mundo". Eso puede ser cierto, pero en todo caso usted tiene derecho a decidir por sí mismo si le gusta o no. Y, en su caso, de qué tipo le gusta y en qué momento, que no tiene por qué ser cuando necesita pan. O sea, usted tiene derecho a saber lo que quiere.
 Existen estudios que dicen que a las personas de éxito suele molestarles el ruido musical más que a la media. Probablemente ello sea así, al menos en parte,  porque suelen ser personas muy conscientes de lo que quieren, y perciben, de forma más o menos consciente, pisoteado su derecho a serlo.

lunes, 9 de marzo de 2015

OÍDO: EL SENTIDO DESPRECIADO EN LA CULTURA "DEL MUNDO MODERNO"

 En la época de nuestros bisabuelos un sentido "sufrido" era el del olfato. Sobre todo en los ambientes rurales se vivía rodeado de lo que hoy calificaríamos como malos olores:  animales, estiércol, olores corporales....Poco a poco se impuso la cultura consistente en eliminar esos malos olores tanto como fuese posible, y de esa manera se avanzó en materia de higiene personal, saneamiento, etc. Probablemente en los primeros tiempos de ese cambio de mentalidad quienes abogaban por ello eran vistos como "señoritingos","tipos raros". O incluso "aguafiestas" cuando, tras los cambios legislativos al respecto, ponían las primeras denuncias.
 Hoy en día no toleramos el más mínimo mal olor evitable ni tampoco, por ejemplo,  una mínima alteración de temperatura en nuestra piel. No estamos dispuestos a pasar ni el más mínimo frío ni el más mínimo calor, actitud que también habría sido tomada como propia de "señoritingos" para nuestros antepasados, a los que no les importaba soportar esos rigores, salvo que fuesen verdaderamente injustificados.
 SIn embargo, el sentido al que castigamos y despreciamos hoy en día de forma absurda es el del oído. Soportamos estoicamente un nivel de ruido evitable que nuestros abuelos no estarían dispuestos a soportar. Le atribuimos un estúpido  significado de "modernidad" al escape libre de una moto o a los eternos altavoces con un ruido musical que nadie escucha. La diferencia está en que, a diferencia de los otros sentidos, el oído influye de manera determinante en nuestro cerebro, y ese desprecio nos vuelve realmente más idiotas.

martes, 3 de marzo de 2015

MOTOS: TALADROS DEL CEREBRO

 ¿Qué pasaría si alguien perforase con un taladro las paredes de su propio domicilio continuamente y sin necesidad, sólo por diversión, porque le gustara el ruido del taladro? Obviamente, que ese descerebrado pronto sería denunciado a la policía por los vecinos.
 Hay a quien le gusta un ruido prácticamente idéntico al del taladro: el de las motos con escape trucado. Manipulan su vehículo sin necesidad, sólo por un estúpido gusto por el ruido, y "taladran" así, a capricho, continuamente, día tras día, el cerebro de miles de personas.
 Este abuso es sufrido sobre todo por quienes viven en  zonas próximas a las entradas de las ciudades. Los vecinos sufren de forma continua, esa agresión acústica. Especialmente en domingos y festivos. Paradójicamente, los días en que debería tenerse más derecho a la tranquilidad y al descanso.
  Las autoridades deben tomar medidas inmediatas. Los ciudadanos no tienen por qué ver continuamente perjudicada su calidad de vida, ni su salud porque unos cuantos majaderos atribuyan no se sabe qué absurdo significado al ruido de sus motos según algún estúpido código.
   Los vecinos soportan una intensidad sonora mayor que la que emite la moto en reposo, merced a un conocido efecto físico. Y no llevan casco que amortigüe el ruido. Si tanto le gusta ese ruido al motorista incívico que lo grabe y lo ponga en sus propios auriculares.

lunes, 2 de marzo de 2015

¿UN ALTAVOZ EXTERIOR ES "COMO EL RUIDO DE LOS COCHES"?

 Cuando algún vecino se queja al hostelero incívico que ha sacado un altavoz al exterior de su local , éste suele responder "Entonces también le molestará el ruido de los coches. El altavoz es como el ruido de los coches".
 El contraargumento obvio es "Un altavoz no es como el ruido de los coches. La prueba está en que usted se ha molestado en sacar el altavoz al exterior. Si fuera lo mismo, ya habría tenido usted el ruido de los coches para "ambientar", y no se hubiera molestado en sacar el altavoz para fuera".
 A veces el hostelero incívico dice que el altavoz está "bajo" y que por tanto "es como si estuviese apagado". La réplica obvia es: "Si estando bajo es como si estuviese apagado, entonces si está apagado es como si estuviese bajo. Apáguelo entonces, ya que es lo mismo".

sábado, 28 de febrero de 2015

EL AYUNTAMIENTO SE RESERVA EL DERECHO A DEJARLE DORMIR O NO.

 El Derecho a la Salud es un Derecho Humano básico. Y una condición indispensable para la salud es la calidad del sueño. En muchas ciudades, la limpieza se realiza de noche y con máquinas muy ruidosas. Ello hace que . noche tras noche, mes tras mes, año tras año, durante toda la vida de cada ciudadano, el Ayuntamiento sobresalta, despierta, desvela o interfiere en el sueño de los ciudadanos de muchas maneras a cualquier hora de la noche por intempestiva que sea. La cronicidad de esa interferencia influye en el rendimiento escolar de los niños, en el rendimiento laboral de los adultos, en la calidad de vida y la salud de todos.
 De poco vale limpiar la ciudad para ensuciar la salud, la mente, la vida. Los ciudadanos deben empezar a protestar, a denunciar. Esas actividades suelen ser ilegales. Hay muchas formas de limpiar de forma suficientemente silenciosa. Sólo falta la voluntad para hacerlo, como consecuencia del respeto a las personas y a su salud. Los ayuntamientos no pueden reservarse el derecho a decidir si dormimos  o no.

viernes, 27 de febrero de 2015

EL RUIDO MUSICAL PARA DISIMULAR QUE "MI VIDA ES UN CEMENTERIO"

  En muchas ocasiones se enciende ruido musical sólo por encenderlo, como música "muerta", pues no se pone para que nadie le haga caso, ni para escuchar activamente, sino para soportarla pasivamente como un narcotizante ruido de fondo. Si alguien pide que se apague porque molesta, siempre hay quien dice que "sin música esto parece un cementerio".
 Si un lugar parece "un cementerio" al apagar la música, es porque en  realidad "es un cementerio",  y  en realidad ese ruido musical lo único que hace es disimularlo. O sea, un lugar en el que no está pasando nada interesante, y en el que las personas no están haciendo otra cosa más que "vegetar", pasando el tiempo de forma aburrida , quizás comiendo pipas, bebiendo compulsivamente o entreteniédose con algún pasatiempo poco estimulante (si la actividad es estimulante y por tanto exige verdadera atención, ese ruido  molesta).  Un lugar en el que nadie está sumido en verdaderos proyectos, conversaciones o actividades productivas y realizadoras. Nadie echaría en falta ruido musical de fondo en caso contrario.
 Muchas personas precisan ruido musical de fondo a todas horas y en todas partes. Significa que el mundo entero  les parece "un cementerio".  Lo que sucede entonces es que su propia mente es "un cementerio".

jueves, 26 de febrero de 2015

SI SE INVENTASE UN APARATO MEDIANTE EL CUAL DESDE EL INTERIOR DE NUESTRA CASA PUDIÉSEMOS APAGAR LA MÚSICA DEL VECINO ¿TENDRÍAMOS DERECHO A USARLO?

Imaginemos que se inventa un aparato emisor de ondas electromagnéticas mediante el cual pudiésemos apagar la música del vecino, o el equipo del bar mal insonorizado bajo nuestra casa, para que no nos moleste. El uso de ese aparato sería inmediatamente prohibido por la ley. Se argumentaría que no tenemos derecho a interferir en el interior del domicilio de otra persona, afectando a sus aparatos y con ello a su vida privada o a la actividad mercantil de un negocio. Y sería lógico que se prohibiese.
 Pero  entonces también es lógico es que se haga lo mismo con ese otro aparato que sí se ha inventado y que se llama "altavoz". También emite ondas, esta vez acústicas,  que se introducen en domicilios ajenos e interfiere en las actividades que se desarrollan en ellos. Además, esas ondas interfieren en la actividad mental y la salud de las personas, más importante desde luego que la actividad eléctrica de los aparatos.
 Si no puede permitirse que un aparato imponga el silencio en un domicilio ajeno, tampoco puede permitirse que un aparato  imponga el ruido en un domicilio ajeno. Lo de menos es que uno de esos aparatos sí se haya inventado y el otro no. Cada persona debe poder decidir si en su domicilio desea el ruido o el silencio en un momento dado, pero siempre en condiciones en que esa decisión afecte exclusivamente a su domicilio, sin afectar a otro.

miércoles, 25 de febrero de 2015

EL RUIDO PARA DISIMULAR LA BANALIDAD Y LA INTRASCENDENCIA DE LA CONVERSACIÓN. INHIBIDOR DE LA CONVERSACIÓN INTERESANTE E INTELIGENTE.

 Cuando mantenemos una conversación entre amigos en una cafetería , por ejemplo, solemos hacerlo  soportando pasivamente ruido de altavoces ambientales, normalmente con ruido musical o de pantallas de tv. Podríamos hacer el experimento mental de imaginar la misma conversación pero sin la presencia de esos altavoces. O podríamos grabarla y eliminar mediante un programa informático el ruido ambiental. Nos daríamos cuenta entonces de su total banalidad. Encontraríamos una charla prosaica, aburrida y sin ningún interés, puesto que los altavoces inhiben desde el principio  la aparición de una conversación constructiva, inteligente e interesante, al ser un elemento de distracción, y al estar una gran parte del cerebro ocupado en inhibir su escucha. Cuando por cualquier causa se apagan los altavoces repentinamente, se pone de manifiesto  inmediatamente que el objeto de la conversación por sí sola no es capaz de mantener el interés de quienes participan en ella. Por ello suele notarse enseguida su ausencia, y se toman medidas urgentes para encenderlos de nuevo.  Dicho de otra manera, los altavoces ambientales no permiten la conversación, sólo permiten  la cháchara. En una conversación interesante y motivadora nadie echa en falta la estupidizante presencia del altavoz ambiental. La conversación mantiene y aumenta el interés por sí misma. Pero la aparición de esa conversación constructiva es inhibida desde el primer momento por esa presencia ubicua, ese "cáncer" en palabras de Lloyd Weber. El altavoz ambiental  aisla a las personas.
 En los países en los que por motivos políticos se prohibe el derecho de reunión, podrían permitirlo en lugares con altavoces impuestos, porque la reunión sería totalmente inocua para el poder.

martes, 24 de febrero de 2015

¿QUIERE APAGAR ESE ALTAVOZ PARA ATENDERME COMO ES DEBIDO, POR FAVOR?

 Hace años,  entrábamos en una tienda y lo que se oía era una campanita tras la puerta que anunciaba nuestra llegada. El dependiente nos preguntaba qué deseabamos, lo pagábamos , y nos marchábamos tras haber haber adquirido exactamente lo que necesitábamos. En el caso de que ese dependiente estuviese escuchando la radio, la apagaba por respeto para atendernos. Obviamente, no pueden hacerse dos cosas al mismo tiempo, escuchar la radio y atender a un cliente.
 En la actualidad, con independencia de lo que necesitemos comprar, se nos obliga a soportar altavoces ambientales desde el momento en que entramos en la tienda, habitualmente con ruido musical que no tenemos por qué desear escuchar. Si vamos, por ejemplo, a una panadería es porque necesitamos pan, no música. Que se nos obligue a escuchar música para comprar  pan es tan absurdo como si se nos obligase a comer  pan para comprar un disco. Los contenidos de audio son productos comerciales de naturaleza diferente. Se nos ofrece como "oferta", pero una oferta sólo es tal si se respeta nuestra opción a su rechazo. En caso contrario es una imposición. Algo así como si nos regalasen  un pincho al pedir un vino, pero para beber el vino nos obligasen a comer el pincho. De haber querido escuchar música, habríamos entrado en la tienda con nuestros propios auriculares. Y lógicamente los habríamos quitado por respeto al tratar con el dependiente. Cada cosa en su momento.
 El tener que pagar esa especie de "peaje mental", teniendo que "comulgar"  el "producto sagrado" del ruido musical es una especie de "impuesto en neuronas". Tenemos que salir de la tienda no sólo con aquello que íbamos a buscar, sino con una "ración" de ruido musical en nuestro cerebro que no íbamos a buscar. Como esa situación se repite continuamente, al cabo del año habremos consumido una enorme cantidad de contenidos no deseados que habrán alterado nuestro cerebro y nuestra mente de una manera que no hemos escogido, además de influir en nuestro cuerpo por los efectos acumulativos de la contaminación acústica.
 Es hora de empezar a protestar, y de reclamar la posibilidad de poder comprar exactamente aquello que necesitamos sin vernos sometidos al chantaje de tener que pasar por el aro de consumir algo que no guarda relación. El que calla otorga, por ello hay que dejar de callar. Dar a conocer nuestra molestia y hacerla constar, por ejemplo, en los formularios de quejas.
  Si entramos , por ejemplo, en una panadería con ruido musical  podemos dirigirnos al empleado en el volumen de voz que usaríamos si ese ruido no estuviese encendido. Nos dirá que hablemos más alto para poder oírnos. Le diremos: "Yo no tengo por qué hablar más alto sólo para superar el volumen de una música inútil e innecesaria para que usted pueda venderme el pan que necesito. El producto para cuya venta está este negocio dado de alta fiscalmente. Imagino que este negocio no tiene licencia de discoteca. El cartel de la entrada dice "panadería", no "discoteca". Apague ese altavoz para atenderme como es debido, por favor. Escuchar  música es necesario para bailar, pero no  para comprar o vender pan".

lunes, 23 de febrero de 2015

RUIDO MUSICAL AMBIENTAL: SÍMBOLO SAGRADO DE LA ADICCIÓN AL CONSUMO COMPULSIVO.

 El hilo musical o los altavoces ambientales de tv a los que nadie hace caso son el mensaje permanente y ubicuo de que continuamente se deben estar gastando recursos o en caso contrario  acontece no se sabe qué catástrofe o se detiene el paso del tiempo. No se puede estar sin que se esté consumiendo al menos ese mínimo de electricidad que parece necesario para empujar al tiempo. Un verdadero absurdo.
  Si llegase una guerra y fallase el suministro eléctrico, además de los muchos problemas evidentemente previsibles, aparecería este otro: que el equilibrio mental de muchas personas podría tambalearse al no ser posible la presencia de  altavoces ambientales royendo el cerebro en todas partes y a todas horas. Al menos eso es lo que puede intuirse al observar las reacciones aterrorizadas que se desencadenan cuando  el ruido musical deja de sonar por cualquier causa y la urgencia atropellada con que trata de encenderse cuanto antes.
 A saber que enorme cantidad de megawattios de electricidad consume el planeta de esa forma absurda.

viernes, 20 de febrero de 2015

EL SILENCIO FOMENTA EL CIVISMO. EL RUIDO, LO CONTRARIO.

Un adolescente sube a un autobús urbano desde cuyo techo suena el estúpido ruido musical que ha encendido el conductor a su gusto particular. Impone su escucha a los viajeros y molesta a muchos de ellos que intentan leer, trabajar en su ordenador portátil, descansar, pensar en sus asuntos o escuchar su propia música u otros contenidos de audio en sus propios auriculares. Una imposición arbitraria que no guarda relación con el servicio prestado. Una totalitaria "oferta que no se puede rechazar" . El ruido musical no solicitado viola además las ordenanzas antirruido al ser emitido en un espacio público, en un servicio público, aunque lo sea en régimen de concesión.
 El subconsciente del adolescente interpreta la presencia del ruido musical como un símbolo de "ambiente de bar"  y se sienta en una posición descuidada e irrespetuosa, colocando los pies en el asiento de adelante y encendiendo la música en su propio teléfono móvil, molestando todavía más a los viajeros. Entiende que no tiene menos derecho que el conductor a imponer a los demás su propia música y que puede comportarse con toda la desfachatez que se le antoje.

  En los países en los que está explícitamente prohibido que el conductor encienda la radio para no molestar, se viaja en un respetuoso silencio. El viajero puede leer, trabajar en su portátil, escuchar sus propios auriculares, descansar o dedicarse a sus propios pensamientos. El silencio es símbolo del respeto a los demás. En ese contexto de silencio y respeto, a ningún adolescente se le ocurre encender la música en su teléfono móvil sin auriculares, ni colocar los pies sobre el asiento delantero.

jueves, 19 de febrero de 2015

PODER DORMIR , COMO PODER CAGAR, ES UN DERECHO, NO UNA GRACIA QUE LOS AYUNTAMIENTOS PUEDAN ARROGARSE CONCEDER O NO, ARBITRARIAMENTE, A LOS CIUDADANOS.

  Poder dormir en el propio domicilio es un derecho básico al estar enmarcado en el Derecho a la Salud, un Derecho Humano fundamental. Dormir es una necesidad fisiológica. Que unos tengan que pasar sin dormir cuando lo necesiten para que otros puedan divertirse es como si unos tuvieran que pasar sin cagar cuando lo necesitasen para que otros pudieran divertirse. El Ayuntamiento no debe ser  nadie para decidir qué ciudadanos duermen y cuales no a la hora de determinar, por ejemplo la ubicación de unas fiestas. Las fiestas deben realizarse de día o hasta horas nocturnas muy prudenciales. De organizarse a altas horas de madrugada, que sea en lugares cerrados insonorizados, o suficientemente alejados de las viviendas.

miércoles, 18 de febrero de 2015

¿ES NORMAL QUE TENGAMOS QUE SOPORTAR EN LAS MOTOS EL MISMO RUIDO QUE SI FUERAN HELICÓPTEROS?

  Todos los vehículos deben respetar un nivel legal máximo de ruido. Sin embargo, las motos parecen tener algún tipo de bula en ese sentido. Si el ruido que emiten muchas  motos fuese emitido por un coche, sería multado casi de inmediato. Sabemos que tienen sus tubos de escape trucados y que hay incluso una industria basada en ello. En muchas de ellas el nivel sonoro es similar al de un helicóptero volando a baja altura. No se entiende que las autoridades no tomen cartas inmediatamente en el asunto. Tampoco se entiende la tolerancia social que existe hacia esa  AGRESIÓN acústica.  La única explicación puede ser que las autoridades y una parte descerebrada de la sociedad comparten la visión del mundo y el estúpido código simbólico de los moteros incívicos.

lunes, 16 de febrero de 2015

LA CIUDAD-CADENA DE MONTAJE

Imaginemos una ciudad cuyas calles estuviesen ocupadas todas ellas por la ruidosa maquinaria de una cadena de montaje trabajando día y noche, todos los días del año, sin un sólo momento de decanso. Los ciudadanos deberían caminar por los bordes de las calles para evitar el peligro de las máquinas. El ruido constante se escucharía en el interior de los edificios y no podría haber ni un sólo momento de sosiego. Imaginemos que algunos de los operarios manipulasen sus máquinas absurdamente para que hiciesen más ruido que las de los demás, como una forma de pretender demostrar que eran más "chulos" que ellos.
Imaginemos que sus habitantes no son conscientes de ese ruido, por convivir eternamente con él. Imaginemos que incluso llegan a sentirse psicológicamente mal si de repente se restableciese el "estado natural de las cosas" y la maquinaria se apagase...
Esa ciudad existe. Esa ciudad es cualquiera de nuestras ciudades. La maquinaria permanente son los coches.

 Quizás esa permanente alienación sonora tenga algo que ver en la búsqueda generalizada del aturdimiento mediante alcohol u otras drogas.
 Tomar verdadera conciencia del eterno ruido que soportamos es el primer paso para pararnos a pensar en sus posibles consecuencias a diversos plazos. Y para empezar a luchar contra él.

sábado, 14 de febrero de 2015

¿TIENE QUE SER OBLIGATORIO CELEBRAR EL CARNAVAL Y OTRAS FIESTAS RUIDOSAS?



   En una sentencia del Tribunal Constitucional, de la que insertamos un extracto más extenso más abajo, se dice que
 "como domicilio inviolable ha de identificarse el espacio en el cual el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los usos y convenciones sociales y donde ejerce su libertar más íntima".  El subrayado es nuestro.

  Entre esos usos o convenciones sociales deben incluirse lógicamente ciertas celebraciones especialmente ruidosas como son los carnavales.

 Una persona no tiene por qué estar interesada en celebrar el carnaval, y mucho menos en su domicilio, y especialmente en horarios nocturnos. Puede decidir libremente realizar otras actividades, incompatibles con el espíritu carnavalesco y su ruido. Y los poderes públicos deben garantizar el ejercicio de ese derecho.

  Por ello, esas fiestas deben organizarse de manera que se garantice el derecho de quien decida libremente no intervenir en ellas. Escogiendo  lugares,  horarios  y formas de desarrollarse que respeten  los aspecto de  libertad personal e inviolabilidad del domicilio a los que se hace referencia. 

 Lo contrario tiene mucho de totalitarismo.

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De la sentencia del Tribunal Constitucional   STC 119/2001:


“Que como domicilio inviolable ha de identificarse el espacio en el cual el individuo vive sin estar sujeto necesariamente a los usos y convenciones sociales y donde ejerce su libertar más íntima, por lo que el objeto específico de protección en este derecho fundamental es tanto el espacio físico en sí mismo como lo que en él hay de emanación de la persona que lo habita.
Que este derecho fundamental ha adquirido una dimensión positiva, en relación con el libre desarrollo de la personalidad, orientada a su plena efectividad.
Que habida cuenta que el texto constitucional no consagra derechos meramente teóricos o ilusorios, sino reales y efectivos, se hace imprescindible asegurar la protección del derecho fundamental de que se viene hablando no solo frente a las injerencias de terceras personas, sino también frente a los riesgos que puedan surgir en una sociedad tecnológicamente avanzada.
Que el ruido puede llegar a representar un factor psicopatógeno destacado en el seno de nuestra sociedad y una fuente de permanente perturbación de la calidad de vida de los ciudadanos (como lo acreditan las directrices marcadas por la Organización Mundial de la Salud sobre el ruido ambiental).
Que ciertos daños ambientales, en determinados casos de especial gravedad, aun cuando no pongan en peligro la salud de las personas, pueden atentar contra su derecho al respeto de su vida privada y familiar privándola del disfrute de su domicilio.
Y que debe merecer la protección dispensada al derecho fundamental a la vida personal y familiar, en el ámbito domiciliario, una exposición prolongada a determinados niveles de ruido que pueda objetivamente calificarse como evitables e insoportables, en la medida que impidan o dificulten gravemente el libre desarrollo de la personalidad, siempre y cuando la lesión o menoscabo provenga de acciones y omisiones de entes públicos a los que sea imputable la lesión producida”.

viernes, 13 de febrero de 2015

LOS FABRICANTES DE COCHES DEBERÍAN ORIENTAR TAMBIÉN LA BOCINA HACIA ADENTRO.

 Sería buena idea que la ley obligase a los fabricantes de coches a orientar las bocinas también hacia el interior del habitáculo, de tal manera que cada vez que el conductor diese un bocinazo le molestase a él al menos tanto como a los peatones  o  vecinos próximos. De esa manera sólo se usarían cuando realmente fuesen necesarias.

miércoles, 11 de febrero de 2015

LA LUCHA CONTRA EL RUIDO: AMPLIAR EL CONCEPTO DE HIGIENE. HIGIENE MENTAL




En otros tiempos, el entorno urbano estaba mucho más lleno de basura que hoy, y la gente convivía con ella sin percatarse de su presencia ubicua. No existían o no se usaban las papeleras y tampoco los contenedores, y se tiraban a la acera sin ningún rubor desde cáscaras de plátano hasta envoltorios de helados (por alguna razón extraña, las colillas de cigarro siguen teniendo "bula" para ser arrojadas sin rubor) . Los dueños de mascotas no recogían sus excrementos. Muchas personas orinaban o defecaban en la calle. Etc. Quienes se quejaban de esos comportamientos y luchaban por erradicarlos eran vistas como "señoritingos" o "raritos" excesivamente quisquillosos. Lo mismo pasaba con la propia higiene personal.
Poco a poco la sociedad se fue concienciando y ahora a todos nos parece normal ducharnos a diario o lavarnos los dientes. De la misma manera, usamos las papeleras o recogemos los excrementos de nuestras mascotas. Desde luego que siguen existiendo personas que no cuidan su higiene personal o que ensucian los espacios públicos incívicamente, pero esos son los ahora mal vistos por la sociedad.
Queda por cambiar la actitud hacia la "basura sonora", o sea, hacia el ruido. Una forma de contaminación que, por ser ubicua, no es percibida por muchas personas. Quienes no están dispuestos a tolerar ruido innecesario son vistos ahora de la misma manera que lo eran en otros tiempos quienes no estaban dispuestos a tolerar basura innecesariamente: raritos , señoritingos, quisquillosos.
Luchar contra el ruido es luchar por ampliar el concepto de higiene hacia la "higiene mental".





martes, 10 de febrero de 2015

LAS MÁQUINAS RUIDOSAS DE LIMPIEZA NO SON RENTABLES EN REALIDAD PARA EL INTERÉS PÚBLICO.

   Las máquinas son inventadas para hacer más eficaz el trabajo de los seres humanos. Pero a veces la máquina que mejora el trabajo de una persona, empeora o entorpece el de otras . Cabe entonces preguntarse por la rentabilidad "social" de esa clase de máquinas.
Un ejemplo práctico y de valoración inmediata lo tenemos en las máquinas de limpieza ruidosas.
Un operario municipal puede terminar su trabajo en menos tiempo si lo hace con una de esas máquinas que si lo hace con herramientas tradicionales y silenciosas como escobas y rastrillos.
 Pero en un entorno urbano hay cientos o miles de vecinos en las proximidades. Y esos ciudadanos también están desarrollando sus trabajos y actividades. El ruido de esas máquinas interfiere en su labor de muchas maneras, empeorándola. Muchos habrán sido interrumpidos en una actividad intelectual que exija concentración, por ejemplo un contable, y tendrán que reiniciarla. Otros habrán perdido unos segundos por la distracción y deberán recuperarlos . Otros pueden estar desarrollando alguna actividad sencillamente incompatible con ese ruido, por ejemplo una grabación o una conferencia. Otros, posiblemente estén descansando o incluso durmiendo (en la vida moderna hay horarios laborales diversos) y esa perturbación degradará su trabajo futuro, etc, etc. Todo ello sin hablar de otras muchas situaciones posibles como la madre cuyo bebé despierta llorando y debe atenderlo, descuidando alguna otra labor, etc.
 Si sumamos el tiempo y los recursos perdidos en la labor de esos cientos de personas, es seguro que dan un resultado mucho mayor que el tiempo y los recursos optimizados por el operario municipal.
 Los políticos deben buscar la rentabilidad social o global de sus acciones. Eso que se llama “Bien Común”. Por ello esas máquinas deberían prohibirse en entornos urbanos. No pasa nada por usar escobas para recoger hojas en vez de máquinas sopladoras, por ejemplo. Si  el ayuntamiento debe contratar a un operario más, se le contrata. El gasto global de dinero y recursos, incluyendo entre muchos otros el gasto sanitario derivado del deterioro de la salud por ruido, será mucho menor. Y ello dejando aparte otras formas posibles de contaminación, además de la de tipo acústico, que en realidad también  deberían considerarse.

lunes, 9 de febrero de 2015

¿DEBEN LOS SUFRIDOS CIUDADANOS SOPORTAR LA MÚSICA ALTA DE UN COCHE PARA QUE EL DESCEREBRADO QUE LO CONDUCE NO SUFRA UN TRAUMA SI LA PONE BAJA?

La ley prohíbe circular en coche con la música alta. Por muchas razones: distrae al propio conductor (tanto o más que si habla por el móvil), imposibilitándole además para oír señales acústicas del entorno,  puede sobresaltar a otros conductores o peatones, y, sobre todo molestar a otros ciudadanos interfiriendo en sus actividades: profesor o alumnos en una escuela cercana, enfermos que convalecen en sus camas en domicilios u hospitales, madre que trata de dormir a un bebé...etc. Un sólo conductor incívico puede molestar en pocos minutos a miles de personas.  Y basta con que cada pocos minutos pase uno de ellos para que prácticamente todos los habitantes de una ciudad sean interferidos en sus actividades y afectados en su bienestar y salud.  Especialmente si el incívico circula de noche.
 A pesar de eso, muchos ciudadanos y las propias autoridades restan importancia a esas molestias y toleran esos desmanes de los maltratadores acústicos. Deben de pensar que los restantes ciudadanos deben tener una capacidad de aguante pero el descerebrado, pobrecito él, quizás sufra un trauma si se le obliga a bajar la música para que sólo la oiga él sin molestar a los demás.

 Una reflexión similar puede hacerse para los motoristas incívicos que trucan el tubo de escape. Quizás sufran un trauma psicológico si lo dejan como viene de fábrica. Como en el caso anterior piensan que "los demás no van a morirse por soportar su ruido". Nadie, ni siquiera las autoridades, les paran los pies y les dicen que tampoco van a morirse ellos por comportarse cívicamente y cumplir las leyes de contaminación acústica.

viernes, 6 de febrero de 2015

¿QUIÉN TIENE QUE IRSE A VIVIR AL MONTE?


 En los conflictos derivados del ruido vecinal, los agresores acústicos suelen decir a sus víctimas que  vivir en ciudad supone sacrificios, y que si quieren silencio  "se vayan a vivir al monte". Efectivamente, el vivir en ciudad supone ciertos sacrificios que no habría que realizar de vivir en una casa aislada en el campo. Pero esos sacrificios deben ser justo los contrarios de los que  creen los agresores acústicos. Si una persona vive en una casa aislada puede llegar a ella de madrugada y hacer todo el ruido que quiera. Pero si vive en un apartamento y llega a él de madrugada tiene que sacrificarse y tratar de no hacer ruido, para no despertar al vecino. No es el vecino el que tiene que sacrificarse y estar dispuesto a soportar el tener que interrumpir su sueño por culpa del  ruidoso. Es al revés. Si a un energúmeno le apetece vociferar de noche, podría hacerlo sin problema  si se encontrase en medio del desierto. Pero si pasea por la calle de una ciudad tendrá que sacrificarse y reprimir el berrido para no molestar a quienes duermen en las viviendas próximas. No son esos vecinos los que tienen que transigir con ese comportamiento incívico para que el energúmeno se desahogue. Los ejemplos podrían repetirse hasta el infinito, pero la idea esencial es la misma. Vivir en ciudad exige, entre otros sacrificios, el aprender a vivir sin hacer ruido innecesario. Quien tiene que irse a vivir al monte no es quien no está dispuesto a soportar ese ruido evitable, sino quien no sabe vivir sin hacerlo. Porque para vivir en ciudad hay que ser "civilizado", término que precisamente deriva del  latín "civitas","ciudad".

jueves, 5 de febrero de 2015

LA FALACIA DEL "DERECHO AL OCIO"

Cuando se plantean conflictos entre vecinos y hosteleros a causa del ruido, éstos últimos, o quienes defienden sus intereses, suelen esgrimir el "derecho al ocio" de sus clientes. Pero el tiempo de ocio puede llenarse de muchas otras maneras comercializadas y sin embargo a las empresas que las facilitan no se le permite su actividad en los horarios y en los niveles de ruido que se le permite a los bares. A una academia de música o una escuela de baile no se le permite ejercer su actividad a  horas de la madrugada molestando con su ruido a los vecinos. Ni a un vecino que quiera llenar su tiempo de ocio cantando "La Traviata" en karaoke casero por la noche.Con muy buen criterio, desde luego. Por lo visto, el "derecho al ocio" de los aficionados a tocar,  bailar o cantar es que menor que el de los aficionados a beber alcohol soportando ruido musical a alto volumen. Otras personas pueden ser aficionadas a  actividades también ruidosas, como el aeromodelismo a motor , el motociclismo acrobático o el tiro olímpico, pero lógicamente no se permiten en horario nocturno donde haya vecinos. Por lo visto, la única actividad de ocio ruidoso que se permite a sus aficionados  es la de beber alcohol soportando ruido musical. Una especie de forma de ocio sagrada y privilegiada. Por otra parte otras personas pueden desear utilizar su tiempo de ocio en actividades silenciosas, o que son perturbadas o imposibilitadas por el ruido. Así, hay gente a la que le gusta leer, escribir, desarrollar una teoría matemática, reflexionar, estudiar una nueva carrera o un nuevo idioma. O ...dormir, que también es una forma estupenda de ocio "necesario". Esa gente, si vive en un entorno ruidoso, se ve imposibilitada para desarrollar su particular  "derecho al ocio".
  Entonces, no se  hable de  "derecho al ocio" sobreentendiéndolo como "derecho a emborracharse y a berrear La Traviata si se hace en un establecimiento hostelero con la música a tope ". Porque el derecho al ocio de miles de personas ya no se permite (si es ocio ruidoso no-hostelero) o  es  pisoteado (si es ocio silencioso)  por  hosteleros o  sus clientes incívicos.

miércoles, 4 de febrero de 2015

POR QUÉ LA VIVIENDA DE UN AFECTADO POR RUIDO PUEDE ACABAR SIENDO UNA POCILGA

   Entre los muchos aspectos por los cuales una vivienda afectada por ruido ataca los derechos y la dignidad de sus moradores está el hecho de éstos se ven forzados a aumentar todavía más  la indignidad de sus condiciones de vida. Mitigar la invasión de ruido se convierte en una prioridad y se ven obligados a organizar su domicilio según ella. Terminan organizando las habitaciones o colocando los muebles  de formas que se verían como poco prácticas, e incluso surrealistas, si no fuera porque la lucha contra la fuente del ruido se impone a sus restantes necesidades. Se ven obligados  a dormir en las habitaciones peor ventiladas,  a estudiar en las peor iluminadas, etcétera, o sea, a desarrollar sus actividades en las que de otra manera serían las peores dependencias o momentos  para ellas. No disponen de libertad para organizar su casa , en el espacio y en el tiempo, a su verdadero gusto de forma que sea confortable y digna. No puede organizarse la casa de manera que, por ejemplo, su limpieza pueda llevarse a cabo de  forma óptima, por lo que puede terminar por estar crónicamente sucia, y ello afectar a su salud y a su autoestima, etcétera.   Si la familia dispone de pocos recursos, llega a verse obligada a apilar objetos inútiles o incluso basura en determinadas zonas para insonorizarlas. No son más que algunos de muchos ejemplos posibles.A su vez, la persona termina por estar en su domicilio el menor tiempo posible, descuidándolo todavía más e incluso llegar a odiarlo, lo que le lleva a una forma de vida "callejera" . Impidiéndole desarrollar  actividades constructivas como la lectura, la reflexión o las propias de una vida familiar armoniosa.  Lo que termina por condenarle a un destino poco halagüeño.
 La dignidad de la vivienda es un derecho fundamental. Los gobiernos deben garantizarlo y condenar a los agresores acústicos con todo el peso del Código Penal. Porque hacen mucho más daño a las personas y a la sociedad del que puede parecer en una consideración superficial.

martes, 3 de febrero de 2015

LAS FOTOS PARA ATRAER TURISMO SUELEN EVOCAR PARAISOS PORQUE NO SON "SONORAS"

 Las fotos de  lugares turísticos suelen parecer paradisíacas porque en ellas no se oye el ruido real de esos lugares. En la foto de una playa con palmeras y mar azul no se oye el altavoz chirriante  de algún chiringuito próximo, por ejemplo. En otros lugares, el ruido asociado al tráfico, al ajetreo constante de turistas  no siempre cívicos, etcétera,  hace que la visita pierda todo el encanto que habíamos previsto en nuestra planificación de un  viaje idealizado. Porque el ruido lo trivializa todo. Convierte en prosaico todo lo que toca.

lunes, 2 de febrero de 2015

JUECES Y RUIDO:UNA OBSERVACIÓN

Hay tareas para las cuales se precisa reflexión y sosiego, y son imposibles de llevar a cabo en un ambiente crónicamente ruidoso. Por ejemplo, preparar unas oposiciones a juez. Por eso es casi imposible que un juez conozca en detalle los múltiples efectos de un ambiente ruidoso en la vida de las personas: si los conociese no sería juez. Sólo mediante un enorme esfuerzo mental y de empatía puede  imaginar cabalmente  el daño enorme que causa el ruido crónico en la vida de las personas, para poder dictar sentencias ponderadas ante denuncias  por ruido .  Daños de  muchas clases: en la salud física y psíquica, en la calidad de vida...y  en la dignidad...Un ejemplo de atentado a la dignidad, entre miles,  es imposibilitar en la práctica el futuro cargo de juez a un hijo, en una vivienda afectada por ruido.