martes, 10 de marzo de 2015

EL RUIDO MUSICAL AMBIENTAL PISOTEA SU DERECHO A SABER LO QUE QUIERE.

 Si usted va, por ejemplo,  a una panadería, es porque necesita pan y sabe que lo necesita. Pero es muy probable que le obliguen a soportar ruido musical mientras lo compra. La música no guarda ninguna relación con el pan, pero se le somete al CHANTAJE de tener que  consumirla, al margen de su voluntad, para poder comprar el pan que sí ha decidido comprar. Igual de arbitrario podría ser que le obligasen a leer una poesía, o a bailar, para poder comprar el pan. Leer  o bailar también son cosas buenas, pero no pueden ser obligatorias y no deben establecerse como "peajes" para poder comprar otra cosa. Usted no tiene por qué salir de una panadería con la ración de pan que iba a buscar y, además una ración adicional de música que no iba a buscar. Si quisiera música se habría quedado en su casa, donde la tiene a su gusto, o la llevaría en sus auriculares. Esa música que le obligan a consumir ha tenido que pagarla  también de forma indirecta (la tienda paga derechos de autor). O sea, se le ha sometido al chantaje de tener que consumir (y pagar) lo que no quería necesariamente para poder adquirir lo que sí  necesitaba. Podría pedir a la cajera que le descontasen la parte de la música que le están cobrando, pues no la había pedido.  Al menos como acto simbólico de protesta. Suelen decirle que "la música le gusta a todo el mundo". Eso puede ser cierto, pero en todo caso usted tiene derecho a decidir por sí mismo si le gusta o no. Y, en su caso, de qué tipo le gusta y en qué momento, que no tiene por qué ser cuando necesita pan. O sea, usted tiene derecho a saber lo que quiere.
 Existen estudios que dicen que a las personas de éxito suele molestarles el ruido musical más que a la media. Probablemente ello sea así, al menos en parte,  porque suelen ser personas muy conscientes de lo que quieren, y perciben, de forma más o menos consciente, pisoteado su derecho a serlo.

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