Imaginemos que se ponen en órbita unos enorme altavoces emitiendo "música ambiental" que invadiese todo el planeta y nos viésemos obligados a soportar ese producto comercial sonoro a todas horas. También podemos imaginar que emitiesen publicidad o consignas políticas, y que fuese imposible vivir sin escuchar esos contenidos de forma activa o pasiva. Obviamente eso terminaría por "formatear" los cerebros de una determinada manera, al inducir en ellos una forzosa y permanente alteración en la percepción de la realidad. Se negaría a las personas el derecho al sosiego, al descanso físico y mental y a "ver el mundo tal como es", entre muchos otros derechos.
Pues bien , esa situación ya se da en la práctica. Esa alienación intolerable y totalitaria ya la sufrimos. Si existe un "altavoz ambiental" en cada rincón habitable del planeta , y nos vemos obligados a "tragarlo", el efecto es exactamente el mismo que si estuviese emitiendo desde una órbita estacionaria.
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