miércoles, 25 de febrero de 2015

EL RUIDO PARA DISIMULAR LA BANALIDAD Y LA INTRASCENDENCIA DE LA CONVERSACIÓN. INHIBIDOR DE LA CONVERSACIÓN INTERESANTE E INTELIGENTE.

 Cuando mantenemos una conversación entre amigos en una cafetería , por ejemplo, solemos hacerlo  soportando pasivamente ruido de altavoces ambientales, normalmente con ruido musical o de pantallas de tv. Podríamos hacer el experimento mental de imaginar la misma conversación pero sin la presencia de esos altavoces. O podríamos grabarla y eliminar mediante un programa informático el ruido ambiental. Nos daríamos cuenta entonces de su total banalidad. Encontraríamos una charla prosaica, aburrida y sin ningún interés, puesto que los altavoces inhiben desde el principio  la aparición de una conversación constructiva, inteligente e interesante, al ser un elemento de distracción, y al estar una gran parte del cerebro ocupado en inhibir su escucha. Cuando por cualquier causa se apagan los altavoces repentinamente, se pone de manifiesto  inmediatamente que el objeto de la conversación por sí sola no es capaz de mantener el interés de quienes participan en ella. Por ello suele notarse enseguida su ausencia, y se toman medidas urgentes para encenderlos de nuevo.  Dicho de otra manera, los altavoces ambientales no permiten la conversación, sólo permiten  la cháchara. En una conversación interesante y motivadora nadie echa en falta la estupidizante presencia del altavoz ambiental. La conversación mantiene y aumenta el interés por sí misma. Pero la aparición de esa conversación constructiva es inhibida desde el primer momento por esa presencia ubicua, ese "cáncer" en palabras de Lloyd Weber. El altavoz ambiental  aisla a las personas.
 En los países en los que por motivos políticos se prohibe el derecho de reunión, podrían permitirlo en lugares con altavoces impuestos, porque la reunión sería totalmente inocua para el poder.

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